jueves, 17 de marzo de 2011
LO FEMENINO
“Los viejos Dioses han dejado de existir, no tenemos otros para reemplazarlos”. Esta manera de nombrar Durkeim los vacíos ideológicos de la modernidad, puede extenderse a los conceptos, valores, modelos, que interpretan la sociedad. Desconstruirlos y construirlos, es la exigencia. Intentemos con el modelo de mujer. Ante la sociedad tradicional los valores de la modernidad pasaron a ser orientadores de la acción de las élites femeninas. Asumiendo el modelo de racionalización cultural, se establecieron nuevos códigos para ordenar las complejas experiencias femeninas cotidianas.
Surge el concepto de género, el cual se determina fundamentalmente en la diferenciación con el sexo opuesto y las consecuencias sociales que genera, obviando diferencias étnicas o sociales. Pero, igualarse al hombre significó muchas veces, asumir valores que imponen la razón al sentimiento, en aras del “éxito” profesional o personal y la reafirmación social.
Algunos rasgos tradicionales como el atractivo sexual y el aspecto físico prevalecen. Al tiempo que el narcisismo, el individualismo y la competencia desplazan el cariño, la amistad y la solidaridad. En cierta manera, la mujer ha ido alejándose de una formación ético-poética, de hacedora de caminos de poesía, amor y creatividad, como las nombra la lengua de los waraos, quienes, para decir tierra, dicen madre, para decir madre dicen ternura para decir ternura dicen entrega.
Así lo expresa Vasilica Cotofleac: “El dilema de establecer en tiempos globales un modelo de mujer nos retrotrae al modelo de la mujer media sin nombre que trasiega con jarras, fuentes y ollas, unta la mantequilla y corta pedacitos de queso mientras su mente se pierde en ensueños”, mujeres sin ninguna prominencia social que no son heroínas nacionales, ni intelectuales, ni ministras, protagonizan el acontecimiento decisivo de la maternidad. Hecho que llena de sentido los abismos (…)” (VC 2000).
Esta cualidad existencial de lo femenino, se enriquece en los espacios de solidaridad que construyen mujeres-madres-padres-, líderes de las comunidades (sostienen el hogar y son jefes de familia en 11 de cada 20 hogares en situación de pobreza, según Cisfem). Allí se combinan racionalidad y sentimiento, encabezando proyectos organizativos para mejorar la calidad de sus entornos colectivos. Fortalecer su labor y enriquecer su imaginario, es una manera de enfrentar la alienación y la banalidad que tergiversa nuestra condición de seres humanos. Reinventar con ellas el lugar de la ternura, significa edificar la identidad femenina.
Chela Vargas
vargasch@cantv.net
Caracas
Extraído del Correo del Orinoco
www.caminosocialista.blogspot.com
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