jueves, 10 de febrero de 2011

LA PLEBE Y EL PATRICIADO (EL SOCIALISMO, JOSÉ INÁCIO DE ABREU E LIMA)



Partiendo de estos principios, veamos cómo es posible reconstruir por la intuición un pasado enteramente perdido, y penetrar con la única luz de la razón a través de esas épocas e inciertas para lanzarnos después en los misterios del futuro.
El hombre no nació culpable ni imperfecto; porque el primer hombre no nació, fue obra de Dios, y debía ser, como todas sus obras, perfecto. El hombre por la primera culpa cayó y su caída lo redujo a la imperfección, pero no por eso la ley providencial de su destino fue derogada. El hombre desde el abismo de su caída alzó los ojos y las manos hacia Dios, y desde entonces trabaja para volver a la perfección, de la que fuera dotado en el acto de su creación. He ahí el dogma de la primera culpa (del pecado original), de cuyo estado siempre quedó el recuerdo en el fondo de todas las tradiciones. La humanidad, dice Lamennais, no es lo que Dios quiso que ella fuese; estamos fuera de la verdad senda, se necesita volver a ella.
Hay pues una progresión ascendente desde la primera culpa hasta la rehabilitación. Veamos cómo Ballanche explica esta ley del progreso. El género humano, dice él, debió al principio estar dividido en iniciables e iniciadores, y de ahí nacieron los dos elementos opuestos representados por el patriciado y la plebe. En el comienzo de todas las sociedades, los patricios, depositarios de las ideas sociales y religiosas, eran los que trasmitían las últimas palabras de una revelación primitiva. El plebeyo no tenía existencia propia, vivía de la vida del patricio; pero como consecuencia de pruebas reiteradas, de sucesivas iniciaciones, la plebe llego a la posesión de la conciencia, después a la vida civil, y en fin entró en la vida política. De esas iniciaciones sucesivas nació la igualdad, y el patriciado desapareció porque su misión estaba acabada.
La plebe, dice Ballanche, es el símbolo de la humanidad rehabilitándose por sí misma. Es la gran idea del hombre uno y sucesivo, solidario y libre, rehabilitándose por sí mismo por medio de los sufrimientos que Ballanche emprendió explicar o, mejor, cantar en una especie de epopeya cíclica que él tituló palingenesia social para expresar la idea fundamental de la regeneración del hombre por el hombre, o, como dice Lavergne, es la antigua doctrina de la metempsicosis despojada de su sentido vulgar, de su forma material, y aplicada, no al individuo sino a la especie, no al cuerpo sino al alma.

www.caminosocialista.blogspot.com