martes, 7 de junio de 2011

HERMOSA LECCIÓN




Dudo enormemente de aquel ser, que dice llamarse “Revolucionario”, pero ignora la literatura; critica el accionar político de los poetas (es la misma canalla que ataco a nuestro ilustre Poeta Andrés Eloy Blanco y desconfió de la capacidad política del inmortal novelista Rómulo Gallegos), su sensibilidad social y su realización ideológica. Muchísimos hombres vinculados con el mundo de las letras, han sido reconocidos como dirigentes, militantes de alguna corriente política o social (sobre todo de izquierda); Poetas comunistas: Roque Dalton, Víctor Valera Mora, Pablo Neruda y la lista es larga.


El escritor argentino, Ernesto Sábato, quien murió hace poco tiempo, nos dejo una magistral obra (en realidad todas sus obras son magistrales) El Escritor y sus Fantasmas, publicada en 1963, de la cual queremos extraer un valioso fragmento donde se refiere al gigante del pensamiento científico: Carlos Marx; que además fue un ferviente lector de obras literarias, así mismo, cuasi revolucionarios de cuatro paredes sin ventanas:


Marx y la literatura burguesa:


“Un conocido revolucionario del siglo XIX llamado Karl Marx, a quien nadie puede acusar de proclividad pequeño burguesa, recitaba a Shakespeare de memoria, se extasiaba con Byrón y Shelley, elogiaba a Heine y consideraba a ese reaccionario de Balzac como un admirable gigante. Y tanto él como F.Engels se lamentaban de que un genio como Goethe se rebajase al filisteísmo y a los honores de su pequeño ministeriazgo ducal. No ignoraba sus contradicciones humanas y filosóficas, sabían perfectamente hasta qué punto Goethe era un artista de las clases reaccionarias, Pero no obstante lo amaban y admiraban, lo consideraban como una contribución definitiva a la cultura de la humanidad.


Hermosa lección para ciertos revolucionarios de bolsillo.


Pienso que el signo más sutil de que una sociedad está ya madura para una profunda transformación social es que sus revolucionarios se revelen capaces de comprender y recoger la herencia espiritual de la sociedad que termina. Si eso no sucede, la revolución no está madura”.


Emilio Pino