lunes, 14 de febrero de 2011

“LA INVISIBILIZACIÓN DE LA CRÍTICA PRODUJO MUCHO DAÑO A LA REVOLUCIÓN” (FRAGMENTOS DE LA ENTREVISTA EXTRAIDA DEL CORREO DEL ORINOCO.

“LA INVISIBILIZACIÓN DE LA CRÍTICA PRODUJO MUCHO DAÑO A LA REVOLUCIÓN” (FRAGMENTOS DE LA ENTREVISTA EXTRAIDA DEL CORREO DEL ORINOCO. DOMINGO, 6 DE FREBERO DE 2011, AL SOCIÓLOGO REINALDO ITURRIZA)
¿Se siente corresponsable de la revisión emprendida dentro del PSUV?
-Sí, pero sólo en la medida en que la postura pública que he asumido intenta resumir y transmitir las críticas, propuestas y también el malestar de muchísimos compañeras y compañeros que militan en el partido, o que militan en la Revolución Bolivariana sin pertenecer al partido, y para los cuales resultaba tan evidente la necesidad de esta revisión, que no podían comprender por qué se seguía postergando. Es decir, mi voz es sólo una de muchas, y sólo tiene importancia en la medida en que contribuya la multiplicación de voces.
A su juicio, ¿el PSUV se había apartado del pueblo?
-Sí, definitivamente. En primer lugar se produjo un peligroso distanciamiento entre los órganos de dirección y las bases del partido. Luego, entre el partido y el pueblo. Terminó imponiéndose la lógica del partido/maquinaria, según la cual el propósito fundamental del partido es ganar elecciones, sin importar si se recurría a prácticas clientelares o simplemente demagógicas. Se fue acentuando la tendencia a la burocratización de la política. El partido se fue desvinculando progresivamente de las luchas populares, desconociendo la existencia del movimiento popular. Aquí llegó a suceder, por ejemplo, que el movimiento popular organizaba alguna manifestación, y el partido intentaba persuadir a su militancia para que no asistiera, u organizaba alguna movilización paralela. Esa soberbia, ese chantaje, esta suerte de pulsión por monopolizar la política revolucionaria produjo un daño terrible al movimiento popular, y los resultados los vemos ahora: desmovilización, desarticulación e incluso hastío por la política. Todo eso se hacía en nombre de Chávez. Lo peor es que el partido/maquinaria ha demostrado que no es capaz siquiera de ganar elecciones, y es normal que así sea: el pueblo que sigue a Chávez insurgió más de una vez contra esa forma de hacer política, y lo seguirá haciendo. No comparto la conseja de que nuestros resultados electorales, en los casos en que han sido adversos, se explican por la falta de formación política del pueblo. Al contrario, creo que la mayoría de nuestro pueblo tiene bastante claro a qué políticos rechaza y cuál es la política que desea hacer. Es el partido el que tiene ponerse a la altura del pueblo.
¿Las líneas Estratégicas del PSUV recogen o no recogen lo que usted había planteado en sus reflexiones?
-Sí, recogen parte de lo que he venido planteando, pero más allá de esa coincidencia, el documento desarrolla otras líneas de análisis que considero imprescindible. En el punto cuatro, por ejemplo, se lee que el partido “no puede ser identificado como una suerte de apéndice del Estado, sino como un instrumento que acompaña al pueblo en sus luchas”. La no demarcación de una clara línea infranqueable entre el partido y Estado es la fuente de muchos vicios políticos: clientelismo, asistencialismo, sectarismo, nepotismo y corrupción. Un partido que se confunde con el Gobierno, es un partido imposibilitado para impulsar el control popular de la gestión. Lo hemos visto con las elecciones primarias: candidatos impuestos por gobernadores o alcaldes, cuando las candidaturas de un partido revolucionario deberían provenir de las bases. El detalle está en que se debe crear las condiciones para que las bases realmente tengan voz y voto.
Usted habla de repolitización. ¿Cómo entiende esa repolitización? ¿vale para el PSUV, vale para la oposición?
-La repolitización tiene que ver principalmente con la gestión de gobierno, más que con el partido. Hay múltiples evidencias de un importante giro discursivo opositor desde 2007, luego de abrumador triunfo de Chávez en las presidenciales de 2006. Desde entonces, y progresivamente, buena parte de la oposición fue dejando de lado el discurso confrontacional y violento, y se concentró, sobre todo, en la crítica de la gestión de gobierno. Esta táctica discursiva adquirió mayor fuerza en 2008, luego del intento frustrado de aprobar una reforma constitucional. Para la oposición, lo que había sido derrotado era el socialismo. Según el discurso opositor, el socialismo implicaba un “exceso” ideológico, una abstracción, que no contribuía en nada a la resolución de los problemas concretos de la población. Si ese “exceso” de ideología le sumas la denuncia de la ineficiencia gubernamental, tienes el núcleo del discurso opositor desde entonces. ¿Cuál es el problema? Que el gobierno tardó mucho tiempo en descifrar este importante giro táctico discursivo. Al contrario, respondió “gestionalizando” la política, concentrando casi todo el esfuerzo en “demostrar” los logros de la Revolución Bolivariana, pero sobre todo, y aquí está la clave, invisibilizando la crítica popular, las demandas y luchas populares. Es completamente cierto que el gobierno está en la obligación de difundir sus logros, y es igualmente cierto que la oposición es incapaz de reconocer cualquier logro gubernamental, que además son muchos. Lo que no puede hacerse, en ningún caso, es condenar y despechar la crítica popular, bajo el argumento de que así se le dan armas al enemigo. La invisibilización de la crítica produjo mucho daño a la Revolución. En la medida en Chávez retoma la interpelación popular, promueve, atiza e instiga la crítica popular de la gestión de gobierno, en esa medida está repolitizando la gestión.
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