Con su visión que enfatiza las necesidades humanas y el desarrollo humano, la Revolución Bolivariana ha puesto de nuevo el marxismo a la orden del día. Pero no cualquier tipo de marxismo. Sino más bien un marxismo que reconoce que la premisa central de la que parte Marx al escribir El Capital es su compresión de la riqueza real es la riqueza humana, las capacidades y potencialidades humanas (Si se capta esta idea, no puede uno dejar de sentir la condena involucrada en el primer enunciado de El Capital: el horror de una sociedad en la que la riqueza aparece como un cúmulo enorme de mercancías). Esta revolución ha dirigido su atención a la centralidad de la práctica: la idea esencial de Marx de que la gente se transforma a sí misma a través de sus actividades en la medida en que transforma sus circunstancias.
Y, al aspecto, la Revolución Bolivariana ha dado nueva vida al marxismo del Che Guevara, espacialmente a su reconocimiento de que es necesario actuar vigorosamente para eliminar las categorías de la vieja sociedad, particularmente la palanca de los intereses materiales, y construir al hombre nuevo. ¿Qué tipo de relaciones de producción permiten el desarrollo de seres humanos capaces de crear la sociedad nueva? El Che comprendió que éstas no podían ser relaciones alienadas, que no podían ser relaciones en las que las conexiones del trabajador colectivo se mantuviesen ocultas. Esas relaciones tenían que ser transparentes, relaciones que se construyesen sobre la base de la solidaridad y, a su vez, que generasen más solidaridad dentro de la sociedad. Fue necesario, en breve, crear relaciones nuevas, relaciones basadas en la conciencia de la unidad del pueblo (una unidad que Marx describió como basada ella misma en el reconocimiento de las diferencias).
El Che argumentó que el desarrollo de esta nueva conciencia hace más por el desarrollo de la producción que los incentivos materiales. En las discusiones sobre la producción dirigida a las necesidades comunales, sobre el intercambio de actividades en lugar del intercambio de mercancías (que comenzó a partir del concepto de separación), se está encarnando el marxismo del Che en la Revolución Bolivariana, una revolución que se ha centrado en el desarrollo humano, una revolución de las necesidades radicales.
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